espero que lo disfruten en serio y que comenten mucho XD!Va dedicado a mi ami Deni(también conocida como Kaori o Ricchan jajaja) con mucho cariño Disfruten y si les gusto seguiré subiendo los otros capis!!!
Un encuentro de lo más extraño
Era el primer día de clases y yo estaba sentada al lado de la ventana con mi mejor amiga Amy. Mientras ella no dejaba de parlotear sobre su última cita con Derek contándome lo maravillosa que había sido, lo lindo que se veía él con esa chaqueta y que eran la pareja perfecta (claro que todo esto yo ya lo sabía porque no había dejado de contarme la misma cosa durante los últimos 3 días) sentí que alguien me estaba mirando, me dí vuelta pero no vi a nadie, mis ojos siguieron moviéndose, pasando la mirada por todos los que estaban detrás de mí hasta que se toparon con un chico que estaba rebuscando algo en su mochila, justo cuando iba a seguir, él levantó los ojos y nuestras miradas se encontraron. Tenía los ojos de un negro profundo y había algo en ellos que me decía que era peligroso; no pude desviar mi mirada de la suya, era como si me estuviera atrayendo como un poderoso imán, él tampoco desvió la suya. Me sentía incómoda pero mis ojos no obedecían. Él ni siquiera se inmutó, lo normal hubiera sido que desviara la mirada o se sonrojara como yo lo estaba haciendo pero sólo siguió mirándome. Pude apartar mi mirada de sus ojos, pero no de su rostro. Éste era anguloso, su pelo era negro, incluso más negro que sus ojos, era lacio, parecía suave y algunos mechones de su flequillo estaban por entrar en sus ojos, su nariz era igual a las de esas antiguas estatuas griegas que había visto en una película, recta y perfecta; su piel era de color normal, ni tan blanca ni tan morena, pero lucía extremadamente delicada y fina, sus labios no eran muy gruesos, pero tampoco demasiado finos y tenían un color rojo tenue, ¡wow! Era realmente atractivo, pero eso no le quitaba el aspecto peligroso y amenazante que tenía.
Por suerte justo en ese instante, Amy me tomó del brazo y me hizo girar para que la viera mientras me regañaba por no atender lo que me decía, yo sólo solté un gruñido y empecé a prestar atención a la clase.
A la salida, fui a la terraza en construcción del colegio (todavía le faltaba la pared en la cual se sostiene la baranda de metal) que estaba en el cuarto piso, porque adoro que el viento me venga por la cara y sentir la brisa, siempre que iba a escalar a algún cerro me acercaba lo más que podía a la punta del precipicio para poder sentir el viento, así que pensé que no pasaba nada si hacía lo mismo aquí, entonces me acerqué hasta la orilla de la terraza y miré hacia abajo, justo en ese instante empecé a sentirme mareada; no podía ser que por no haber desayunado esta mañana me sintiera así, ya había dejado de desayunar otras veces y no me había pasado nada. En ese momento me pareció que el piso se movía así que intenté alejarme del borde, pero di un traspié y caí hacia delante, pude ver el piso de azulejos contra el cual me estrellaría en un instante, cerré los ojos y deseé que no fuera tan doloroso y muriera rápidamente, pero de repente alguien tomó mi brazo y tiró de él hacia atrás con tanta fuerza que los dos caímos al suelo, yo caí de costado y empecé a sentir un gran letargo, mis ojos me pesaban y por más de que intentaba mantenerlos abiertos no lo conseguí.
Al abrir mis párpados con lo primero que me encontré fue con esos increíblemente negros ojos que me miraban tan fijamente como en la clase, luego de asimilar un poco las cosas me di cuenta de que estaba recostada por un casillero en el pasillo del colegio, a continuación observé el rostro que tenía enfrente, él estaba demasiado cerca de mí, ¿acaso no le molestaba la cercanía con una desconocida?, porque a mí sí.
Me llevé la mano a la parte posterior de mi cabeza ya que empecé a sentir un dolor fastidioso, cerré los ojos y apreté la zona que me dolía, enseguida hice una mueca de dolor.
Al abrirlos de nuevo él seguía enfrente mío aunque se había alejado un poco, empecé a decir...
— Emmm ¿Tú me... —antes de que pudiera terminar la frase él dijo.
— No deberías haber subido ahí. — Su voz era aterciopelada aunque bastante masculina pero sin pasar a lo grave, tenía el tono perfecto... el tono perfecto de un regaño.
— Yo...
— Y sobre todo no comes hace varias horas —dijo
— ¿Por qué dices eso? —le pregunté.
Él me dio una sonrisa ladeada fugaz, pero increíblemente atractiva, luego puso sus dedos debajo de mi ojo derecho y los deslizó tirando hacia abajo, miró la cuenca de mi ojo y dijo:
— Estás anémica, el color de tu cuenca está pálido, no rojo como debería estar el de una persona sana. — Maldito chico con conocimientos de medicina pensé.
— Ese no es tu problema — le espeté bastante molesta.
Él hizo una mueca de disgusto y se levantó, luego me dijo:
—Vamos, te llevo a tu casa
—No lo necesito —le dije, aún un poco enojada.
— ¿Crees que te salvé para que después vayas caminando por ahí y te desmayes y alguien te haga algo? —me preguntó con un tono de regaño sobreprotector que me recordaba a alguien.
— ¿Quién dice que me voy a desmayar por ahí? —le pregunté frunciendo el seño.
— Ni siquiera puedes mantenerte en pie— me respondió
— Claro que... — mientras me levantaba para demostrarle que no necesitaba de su “ayuda”, volví a sentirme mareada y me llevé la mano derecha a la frente, mientras con la izquierda me sostenía por la pared.
Él puso una sonrisa de petulancia como diciendo “te lo dije” mientras avanzaba por el pasillo, lo seguí a regañadientes pensando que seguramente no había un chico más fastidioso en el mundo que el que tenía enfrente.
Al llegar al estacionamiento del colegio, él se dirigió hacia un lujoso Mercedes Sedan último modelo que debía de valer más que el viaje que hice a Italia por mis 15 el año pasado, era de color negro y parecía ser lo más rápido que había visto en mi vida, luego pensé que el auto iba muy acorde a su conductor: imponente y atrevido.
Me abrió la puerta y yo subí con mucho temor de ensuciar el piso tapizado del carísimo automóvil con mis zapatos, cerró la puerta sin hacer el más ligero ruido y en ese pequeño instante en el que estuve sola en aquel vehículo a oscuras y con todas las ventanas tintadas de un “súper-negro”, sentí un escalofrío. Después él subió y puso en marcha el motor que se encendió con un suave ronroneo.
Habíamos andado unas cuadras cuando el prendió la radio, justo estaba pasando “Wake me up when september ends” de Green Day y no pude evitar mover mis labios cantando la canción en silencio, él me vio y volvió a sonreír de manera fugaz.
— ¿Te gusta Green Day? —me preguntó.
— Sí, es mi banda preferida —le respondí.
En ese instante él empezó a cantar “It’s comes the rain again falling from the starts… ” yo sonreí.
— ¿Te gusta también? —le pregunté sorprendida.
— Sí, es la única banda que vale la pena, con Coldplay obvio—me dijo
— ¡No lo puedo creer! —dije— A mí también me gusta Coldplay.
Él sólo sonrió. Después de un momento me preguntó:
— ¿Y por dónde vamos para llegar a tu casa? —
— ¿Ah? —pregunté distraída como siempre.
— El camino para llegar a tu casa—dijo él mientras ponía los ojos en blanco.
— ¡Ah claro! —dije y le expliqué el recorrido que debía hacer para llegar a mi casa.
Al llegar, él se bajó y me abrió la puerta del auto para que me bajara, luego empezó a caminar hacia la casa detrás de mí.
— ¿Eh? ¿Qué haces? —le pregunté.
— Te acompaño hasta la puerta como un caballero—me respondió con aquella estúpida sonrisita de petulancia que a la vez resultaba tan encantadora, lo único que pude hacer fue soltar un pequeño bufido, y empezamos a caminar hasta llegar a la entrada
— Gracias por haberme salvado —le dije poniendo mi mejor sonrisa.
— De nada —dijo él.
— Bien... ¡Adiós! —Le dije mientras levantaba mi mano como despidiéndolo, ya que no se me ocurría nada más para decir.
— Oye prométeme que vas a comer —me dijo muy serio y con una mirada sobreprotectora que seguía recordándome a alguien.
— Eh... —dije buscando una manera de librarme de tener que prometer eso.
— Promételo — me dijo él como si hubiera leído mis pensamientos.
— ¿Si no qué? —le dije con un tono desafiante.
— Si no le cuento a tus padres lo que pasó —me respondió con una cara de victoria y que al mismo tiempo no dejaba lugar a dudas de que cumpliría lo que dijo si yo no hacía mi parte
— Ok, te lo prometo —le dije fastidiada.
— Bien —dijo él con su sonrisa ladeada— Nos vemos.
— Sí claro —le dije. Pero de repente me di cuenta de algo.
— ¡Ey espera! No sé tu... nombre... — dije, pero él ya se había marchado.
Fin del capítulo.
Última edición por Elena Vladescu el Miér Mayo 12, 2010 4:50 pm, editado 1 vez