El chico vestía una chaqueta roja, abajo una remera negra con unos pantalones beige y zapatos a juego. Sin duda uno de sus conjuntos favoritos.
Iba, desgraciadamente, atrasado a su cita (cosa extraña). Había quedado de ir a buscar a la joven a su casa, para luego decidir juntos qué era lo que iban a hacer en su día. No tenía planeada alguna sugerencia, esperaba complacer a su dama haciendo lo que ella quisiese.
Bajó de la limusina (la que serviría como medio de transporte para ambos ese día, a menos de que ella prefiriese otra cosa), una vez llegado a su destino, y tocó el timbre del domicilio de la chica.